Arrancó la misión de verano. Entre mate y mate comenzamos a conocernos. Hicimos juegos, bailamos, reímos, compartimos la mesa y seguimos charlando. Como no podía ser de otro modo, le dedicamos un momento especial a Jesús. Dejamos que, en el silencio, pueda hacernos compañía y, con un poco de música, acercamos nuestras intenciones y pedimos principalmente por los frutos del encuentro con el barrio, con la gente que nos recibirá. Allí también llevaremos la esperanza de nuestra Madre. Por eso… Con María, Vamos!