1er. Domingo de Cuaresma: “No tentarás al Señor Tu Dios”

Primer domingo de Cuaresma
a la luz de “Gaudete et exultate”
“No tentarás al Señor Tu Dios”

El cúmulo de información que recibimos y el acceso a todo tipo de propuestas, de enseñanzas, de filosofías de opiniones por un lado es muy bueno porque nos da amplitud de miras, pero, por otro lado, si no se está bien orientado, puede sumergirnos en la confusión y desorientación total. Confundidos podemos ser capaces de “no reconocer y distinguir entre lo verdadero y lo falso”.

La fuerza de las propuestas hace que confundamos impacto con verdad, y cosas superficiales pasan a ser criterio de discernimiento. El perverso mecanismo de hacer parecer como buenas aquellas cosas que no lo son utilizando las necesidades más vitales de los hombres o sus debilidades es tan
viejo como el mismo hombre.

Los peores crímenes se pueden presentar con buenas intenciones. Las degradaciones más fuertes pueden aparecer camufladas detrás de naturalismos inocentes. Los cristianos no estamos exentos de la confusión porque cualquiera opina con la autoridad de la popularidad y no de la verdad. Frente a temas difíciles «demonizar» a unos o a otros no es la solución. Lo cierto es que muchas personas sufren, de un lado y del otro de cualquier argumento.

GE 165. La corrupción espiritual es peor que la caída de un pecador, porque se trata de una ceguera cómoda y autosuficiente donde todo termina pareciendo lícito: el engaño, la calumnia, el egoísmo y tantas formas sutiles de autorreferencialidad, ya que «el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz» (2 Co 11,14)

La palabra de este domingo nos marca un ritmo. En la primera lectura la ofrenda de las primicias el israelita hace memoria agradecida de las intervenciones de Dios en favor de sus padres y de todo el pueblo, que culminan con la entrega de la Tierra Prometida.

Con el Salmo 90 tenemos la seguridad de que Dios nos ayuda y nos pone al amparo de Cristo en la tentación, Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré”.

En la carta a los romanos Pablo presenta la profesión de fe del que cree en Jesucristo que hace posible a todos los hombres la regeneración y la reconciliación con Dios entre nosotros mismos.

Lucas nos presenta a Jesús en el desierto orando y ayunando durante cuarenta días y afrontando la tentación en el momento de comenzar su ministerio público. Hay un núcleo indiscutible en las tres: un mesianismo poderoso y prepotente que cumpla las expectativas de sus contemporáneos que libere a Israel del dominio romano y le devuelva su pasado esplendor.

Las tentaciones de Jesús son también las tentaciones de todo cristiano y de la Iglesia: usar a Dios para defender los propios intereses; creer que el Reino de Dios se construye mucho mejor recurriendo al poder, la riqueza y el prestigio social; en definitiva, creer más en las posibilidades de este mundo que en la levadura del Evangelio.

GE 158. La vida cristiana es un combate permanente. Se requieren fuerza y valentía para resistir las tentaciones del diablo y anunciar el Evangelio. Esta lucha es muy bella, porque nos permite celebrar cada vez que el Señor vence en nuestra vida.

Frente a la tentación: 2 actitudes

1. El combate y la vigilancia

GE 159. No se trata solo de un combate contra el mundo y la mentalidad mundana, que nos engaña, nos atonta y nos vuelve mediocres sin compromiso y sin gozo. Tampoco se reduce a una lucha contra la propia fragilidad y las propias inclinaciones (cada uno tiene la suya: la pereza, la lujuria, la envidia, los celos, y demás). Es también una lucha constante contra el diablo, que es el príncipe del mal. Jesús mismo festeja nuestras victorias. Se alegraba cuando sus discípulos lograban avanzar en el anuncio del Evangelio, superando la oposición del Maligno, y celebraba: «Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo» (Lc 10,18).

GE 160. No aceptaremos la existencia del diablo si nos empeñamos en mirar la vida solo con criterios empíricos y sin sentido sobrenatural. Precisamente, la convicción de que este poder maligno está entre nosotros, es lo que nos permite entender por qué a veces el mal tiene tanta fuerza destructiva. …. De hecho, cuando Jesús nos dejó el Padrenuestro quiso que termináramos pidiendo al Padre que nos libere del Malo. La expresión utilizada allí no se
refiere al mal en abstracto y su traducción más precisa es «el Malo». Indica un ser personal que nos acosa. Jesús nos enseñó a pedir cotidianamente esa liberación para que su poder no nos domine.

GE 161. Entonces, no pensemos que es un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea. Ese engaño nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más expuestos. Él no necesita poseernos. Nos envenena con el odio, con la tristeza, con la envidia, con los vicios. Y así, mientras nosotros bajamos la guardia, él aprovecha para destruir nuestra vida, nuestras familias y nuestras comunidades, porque «como león rugiente, ronda buscando a quien devorar» (1 P 5,8).

2. Despiertos y confiados

GE 162. La Palabra de Dios nos invita claramente a «afrontar las asechanzas del diablo» (Ef 6,11) y a detener «las flechas incendiarias del maligno» (Ef 6,16). No son palabras románticas, porque nuestro camino hacia la santidad es también una lucha constante. Quien no quiera reconocerlo se verá expuesto al fracaso o a la mediocridad. Para el combate tenemos las armas poderosas que el Señor nos da: la fe que se expresa en la oración, la meditación de la Palabra de Dios, la celebración de la Misa, la adoración eucarística, la reconciliación sacramental, las obras de caridad, la vida comunitaria, el empeño misionero. Si nos descuidamos nos seducirán fácilmente las falsas promesas del mal, porque, como decía el santo cura Brochero, «¿qué importa que Lucifer os prometa liberar y aun os arroje al seno de todos sus bienes, si son bienes engañosos, si son bienes envenenados?»

GE 163. En este camino, el desarrollo de lo bueno, la maduración espiritual y el crecimiento del amor son el mejor contrapeso ante el mal. Nadie resiste si opta por quedarse en un punto muerto, si se conforma con poco, si deja de soñar con ofrecerle al Señor una entrega más bella. Menos aún si cae en un espíritu de derrota, porque «el que comienza sin confiar perdió de antemano la mitad de la batalla y entierra sus talentos. […] El triunfo cristiano es siempre una cruz, pero una cruz que al mismo tiempo es bandera de victoria, que se lleva con una ternura combativa ante los embates del mal».

Un Camino: El discernimiento

GE 166. ¿Cómo saber si algo viene del Espíritu Santo o si su origen está en el espíritu del mundo o en el espíritu del diablo? La única forma es el discernimiento, que no supone solamente una buena capacidad de razonar o un sentido común, es también un don que hay que pedir. Si lo pedimos confiadamente al Espíritu Santo, y al mismo tiempo nos esforzamos por desarrollarlo con la oración, la reflexión, la lectura y el buen consejo, seguramente podremos crecer en esta capacidad espiritual.

GE 167. Hoy día, el hábito del discernimiento se ha vuelto particularmente necesario. Porque la vida actual ofrece enormes posibilidades de acción y de distracción, y el mundo las presenta como si fueran todas válidas y buenas…

GE 168. Esto resulta especialmente importante cuando aparece una novedad en la propia vida, y entonces hay que discernir si es el vino nuevo que viene de Dios o es una novedad engañosa del espíritu del mundo o del espíritu del diablo. En otras ocasiones sucede lo contrario, porque las fuerzas del mal nos inducen a no cambiar, a dejar las cosas como están, a optar por el inmovilismo o la rigidez. Entonces impedimos que actúe el soplo del Espíritu. Somos libres, con la libertad de Jesucristo, pero él nos llama a examinar lo que hay dentro de nosotros ―deseos, angustias, temores, búsquedas― y lo que sucede fuera de nosotros — los «signos de los tiempos»— para reconocer los caminos de la libertad plena: «Examinadlo todo; quedaos con lo bueno» (1 Ts 5,21).

GE 169. El discernimiento no solo es necesario en momentos extraordinarios, o cuando hay que resolver problemas graves, o cuando hay que tomar una decisión crucial. Es un instrumento de lucha para seguir mejor al Señor. Nos hace falta siempre, para estar dispuestos a reconocer los tiempos de Dios y de su gracia, para no desperdiciar las inspiraciones del Señor, para no dejar pasar su invitación a crecer. Muchas veces esto se juega en lo pequeño, en lo que parece irrelevante, porque la magnanimidad se muestra en lo simple y en lo cotidiano. Se trata de no tener límites para lo grande, para lo mejor y más bello, pero al mismo tiempo concentrados en lo pequeño, en la entrega de hoy. Por tanto, pido a todos los cristianos que no dejen de hacer cada día, en diálogo con el Señor que nos ama, un sincero «examen de conciencia». Al mismo tiempo, el discernimiento nos lleva a reconocer los medios concretos que el Señor predispone en su misterioso plan de amor, para que no nos quedemos solo en las buenas intenciones.

  • A un proyecto de globalización economica Jesús propone el camino del servicio en solidaridad, trayendo lo que fue colocado en los márgenes de la historia al centro. El proyecto de Dios sustituye las ideas de dominio y poder con el de justicia y cooperación.
  • Vivir como discípulos de Cristo en una Iglesia en misión, al comienzo de la Cuaresma, significa ponernos en estado de conversión. Este primer domingo de Cuaresma se nos llama a hacer una confrontación de nuestra vida con la Palabra
  • La conversión que lleva al triunfo sobre la tentación se realiza fijando la mirada en Jesús y, como Él, renaciendo constantemente de la Palabra de gracia. En la medida misma en que como Iglesia nos dejemos transformar por la Palabra podemos participar de la victoria del maestro, siendo en seno mismo de la historia la fuente de un dinamismo siempre nuevo, de transformación liberadora y humanizadora sin propagandas ni luces de colores. El Reino no es de este mundo; no es lo mismo éxito que fecundidad.

Mons. Eduardo

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